ALIVE

Los que me conocen saben que soy un verdadero fanático de Pearl Jam. Soy capaz de recorrer miles de kilómetros para disfrutar de tan sólo al menos una de sus menos conocidas canciones o covers ( objetivo: Lollapalooza 2022, ¡¡¡ París bien vale un concierto !!! ). Lo reconozco, más que una debilidad es una obsesión. No obstante, hasta ahora había evitado escribir sobre ellos. Estaba esperando el “momentum” adecuado.

Siempre me he preguntado cómo Eddie Vedder, un hiperactivo introvertido, “friki” bajito, desarrapado y “peluo”, ha podido enganchar durante más de tres decadas a toda una generación de quejicas y depresivos patológicos como es la generación “X” ( reconzocámoslo, somos blandit@s ). Creo que la clave está la humildad y sintonía de todos los integrantes del grupo ( Stone Gossard, Jeff Ament, Mike McCready, y Dave Krusen / Matt Cameron ), el profundo significado de sus letras, y en una voz más característica si cabe que la del propio Kurt Cobain o Chris Cornell.

En 1990, cansado del excesivo culto al electrict bass sound de Cure o Depeche Mode, empiezo a recuperar de nuevo el gusto por los “aullidos” y las dos guitarras. Por aquel entonces, tras la disolución de Green River y el experimento de Mother Love Bone, Stone Gossard, Jeff Ament y Mike McCread contactan a Eddie Vedder para poner voz a “Momma-son”, perqueña opera rock compuesta por tres temas intrumentales: Alive, Once y Footsteps. Nace Pearl Jam. Para escribir los versos de “Alive”, Eddie Vedder echa mano a sus recuerdos de adolescente: “La canción habla de un joven al que su madre le confiesa que su verdadero padre había fallecido algunos años antes”. En un principio, Vedder considera que “esa mentira” es una “maldición” con la que tiene convivir. Sin embargo, posteriormente, esta “maldición” cambia de sentido, se deshace gracias al sentido que le acaba otorgando el público durante sus conciertos: “Cada noche, cuando veo a la gente reaccionar con su propia y positiva interpretación es realmente increíble. La audiencia cambia el significado de estas palabras. Cuando ellos cantan “Todavía estoy vivo” es como si lo estuvieran celebrando. Al cambiar el significado de estas palabras, ellos rompen la maldición”.

Sin quererlo, “Alive” se convierte el himno pro vida de una generación hasta ese momento abiertamente autodestructiva. Toda una contradicción que no hubiera sido posible salvar sin aprovechar el “momentum” que supuso la interpretación que el público finalmente otorga a la canción.

En el mundo empresarial ocurre lo mismo. Saber aprovechar “el viento de cola” es clave para el éxito de un proyecto. En su libro “Momentum: How to Build it, Keep it or Get it Back”, Michael McQueen, nos enseña cómo dominar el arte del “momentum”, es decir, aprovechar los ritmos naturales de una organización para que todos sus integrantes remen en la misma dirección.

El momentum puede definirse como “impulso”. El momentum es invisible, pero sin duda podemos sentir su presencia. Los líderes identifican la sensación de momentum cuando su organización cumple objetivos de manera automática, por inercia de un trabajo previo: “¡Siento que todo nos sale bien, como si estuvieramos en nuestro elemento, sólo tenemos que disfrutar del viaje!”, “¡Todo el mundo parece estar sincronizado, experimentamos una sensación fantástica de armonía y sinergia “, o “Estabamos en racha y todo parecía cuadrar exactamente en el mismo momento”. Conseguir y mantener el momentum mejora la productividad de una organización.

A) RAZONES TANGIBLES

En este sentido, Michael McQueen nos da tres razones tangibles para buscarlo y preservarlo a cualquier costo:

  • Razón 1: el momentum es generativo. Cuanto más momentum tengas, más tendrás. De la misma manera que el éxito llama al éxito. Aunque al principio pueda ser lento, en un instante comienza a crecer
  • Razón 2: el momentum es atractivo. Todos queremos estar en un autobús que vaya a alguna parte. Hay pocas cosas más excitantes que formar parte de una organización, de un movimiento o incluso de una relación personal que tiene una trayectoria ascendente. Los lugares inspiradores atraen a personas inspiradas. Incluso las grandes oportunidades parecen sentirse atraídas por los lugares en los que hay grandes oportunidades.
  • Razón 3: el momentum es protector. El momentum también proporciona un sentido sólido de la estabilidad a cualquier organización o individuo. La velocidad es clave para ponerse en marcha y mantener el equilibrio.

B) ENEMIGOS

En este sentido, para aprender a generar el momentum, debemos conocer bien de forma previa a sus enemigos:

  • Enemigo 1: la intoxicación del éxito. Este enemigo se caracteriza por una mentalidad que afirma: “Mira todo el éxito que hemos tenido… Tenemos que estar yendo por el buen camino”. Esta mentalidad conlleva que nos cerremos a diferentes perspectivas y puntos de vista. En el peor, puede generar una mezcla de arrogancia y complacencia.
  • Enemigo 2: la tiranía de la tradición. Las tradiciones codifican una práctica o estrategia que funcionó una vez, pero que quizá no vuelva a ser apropiada o efectiva. A esto se suma que, como humanos, somos criaturas de costumbres que tienden a gravitar en torno a lo familiar, lo probado y lo predecible. Cualquier certidumbre es mejor que la incertidumbre. La mayoría de las organizaciones y muchos individuos tienen un instinto reflejo para resistirse e incluso temer el cambio, lo que nos inmoviliza.
  • Enemigo 3: la carga de la burocracia. El papeleo, la sobrerregulación y la burocracia son la trinidad impía de la ineficiencia. Pocas cosas tienen el potencial de debilitar el momentum de los individuos y las organizaciones, como la burocracia.
  • Enemigo 4: el cansancio de la monotonía. El cuarto enemigo del momentum nos puede afectar a todos: sencillamente, seguir con las rutinas. La mayoría de las empresas o individuos comienzan con una visión inspiradora del futuro. No obstante, a medida que el tiempo los hace caer en la rutina, el realismo sobrio sustituye al optimismo. La gran imagen inspiradora se estanca y solo quedan el letargo, el abatimiento y la monotonía paralizante. La mejor manera de seguir inspirados y en el buen camino es tener una visión clara y concebible en la que concentrarse.
  • Enemigo 5: la seducción de la inmediatez. En una época en la que todo es para hoy, es esencial que los líderes eviten el pensamiento a corto plazo.

C) FÓRMULA

Para Michael McQueen el éxito o la vitalidad no tienen por qué ser temporales o frágiles, sino que se pueden planificar y difundir. Él propone una fórmula accesible para cuantificar el momentum en nuestras vidas y organizaciones. Es una fórmula que se basa en lo que sabemos de la física, pero que también incorpora las últimas investigaciones en psicología conductual, la gestión del tiempo y el alto rendimiento: M(momentum) = [A (actividad) + C (concentración)] × C (constancia)

Actividad

No podemos esperar a que las cosas sean perfectas hasta que tengamos toda la información. Pongámonos en marcha. Tomemos una dirección, cualquier dirección, y siempre podrás redirigirte más adelante”. El primer ingrediente indispensable para crear y mantener el momentum es la actividad. El momentum consiste en moverse, en estar en marcha. Para que la actividad genere un momentum duradero, debe superar el cuádruple test del ser:

  • Inspiradora. Encontrar una visión que inspire a colaboradores y a clientes.
  • Innovadora. Siempre innovar. Como decimos en ActionCOACH mastica el éxito, escúpelo y sigue adelante.
  • Íntegra. Aunque la rentabilidad es necesaria para cualquier empresa, la clave para la longevidad y el momentum es el compromiso con ideas significativas: dedicarse a ello por algo más que solo el dinero. Paradójicamente, las empresas y las organizaciones que no tienen como principal objetivo el dinero ganan más, a largo plazo, que las que sí lo tienen.
  • Inteligente. La sabiduría que acumula una empresa u organización debiera garantizar los valores esenciales, asegurándose de que su ADN sea su máxima prioridad, sin que importe lo exitosa que llegue a ser la marca.

Concentración

Michael McQueen nos señala algo que de alguna manera todos sabemos hoy día: una de las bajas más significativas de la era de la información ha sido nuestra capacidad de atención. La capacidad de concentración media de un humano adulto ha caído de 12 segundos en el año 2000 a 8 segundos 15 años después. La constante lluvia de correos, llamadas, medios de información y redes sociales nos ha obligado a cambiar de tareas sin parar y dividir nuestra atención, tanto como sea neurológicamente posible. Mientras que la distracción diluye nuestra efectividad, la concentración la magnifica. Pensemos cómo una cantidad modesta de agua se convierte en un chorro cuando se concentra, o cómo los rayos del sol llegan a quemar cuando pasan por el prisma de una lupa. Michael McQueen destaca que el tipo de concentración que crea momentum en un individuo u organización siempre depende de lo siguiente:

  • Enfocar. Como una vez observó el cofundador de HP, David Packard: “Es más probable que una gran empresa muera de indigestión por embarcarse en demasiadas oportunidades que de hambre por tener muy pocas”.
  • Decir no. Las empresas debieran centrarse en los proyectos más rentables y decir no a aquellos que roban su atención y energía.
  • Podar. Las organizaciones que abarcaban mucho y emprenden diversas iniciativas en simultáneo pueden perder el rumbo y necesitar una poda que recupere el sentido de su identidad.

Constancia

En los negocios como en la vida, igual que muchas gotas de agua acaban haciendo una cascada, muchas acciones constantes, pequeñas y grandes, lograr crear momentum con el tiempo. Sin embargo, aunque no debiera ser así, la constancia no se vende bien. No es glamurosa ni divertida. La naturaleza humana prefiere las victorias fáciles. Michael McQueen nos dice que de todas las explicaciones sobre por qué es tan difícil mantener la constancia, la más certera es la siguiente: como humanos sobreestimamos el impacto de nuestras decisiones en el corto plazo, pero en gran medida subestimamos su impacto a largo plazo. Si el nivel de éxito y de momentum del que disfrutas hoy, personal o profesionalmente, no es como el que habías querido, la razón de ello reside en decisiones que tomaste meses, años e incluso décadas atrás. El momentum es el indicador definitivo en la vida y los negocios. Sin embargo, el autor nos motiva con buenas noticias. No podemos cambiar lo que hemos o no hemos hecho en el pasado, pero podemos empezar a tomar decisiones que, una tras otra a lo largo del tiempo, harán que el futuro sea como lo deseamos y nos invita a recordar este proverbio chino: el primer mejor momento para plantar un árbol fue hace veinte años; el segundo mejor momento es ahora.

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